Sinopsis
El hombre ha vivido siempre en la naturaleza. Es solo hace un par de siglos, muy poco desde el punto de vista antropológico, que se construyen las grandes ciudades y se pierde el contacto directo y diario con la naturaleza. Sin embargo, en el cerebro humano queda la impronta de todos esos años de comunión natural, de lucha por la supervivencia y de vida al aire libre. Por eso el humano urbano busca el campo, la playa o la montaña cada vez que puede. Es esa impronta que lleva en su cerebro la que lo conduce hacia la naturaleza.
Cada uno puede buscar su escenario natural idóneo. Sirve cualquier paisaje, cualquier latitud, cualquier altitud. El Pirineo de la provincia de Huesca es mi escenario natural, el lugar en el que me reencuentro con la herencia de mi especie, me olvido de las pequeñas miserias del día a día y encuentro la motivación natural para saborear la vida.
Ese mismo escenario sirve de ubicación para el pueblo de Sinia, lugar donde transcurre "La línea invisible del horizonte". Se trata de un pueblo ficticio, construido junto a un pantano, cerca de dos grandes peñas. Un paraíso situado cerca de Ainsa y Boltaña, en plena comarca del Sobrabe. Javier, el protagonista de la novela, llegará allí casi por casualidad y pasará nueve días entre las montañas. Será el tiempo suficiente para que aprenda a encarar sus miedos. Serán nueve días inolvidables.